¿Somos Libres?
¿Qué haríamos si descubriésemos que estamos
consintiendo nuestra propia esclavitud?
El presente texto expone
datos que muestran cómo estamos sometidos a ciertas fuerzas sociales que pretenden destruirnos lenta y silenciosamente.
Fue encontrado
el 7 de julio de 1986 un
documento cuya fecha data de 1954, en una fotocopiadora comprada en una subasta militar. No hay
certeza sobre quién debió escribirlo, pero todo indica que perteneció al Grupo de
Bildergerg, formado por las personas más poderosas del mundo.
El documento detalla el uso por parte de esta elite de armas
llamadas silenciosas paras someter al pueblo sin que se de cuenta. En una
comparación entre sistemas energéticos y el sistema económico se explora la
forma y funcionamiento de las estrategias usadas para esclavizar a las clases inferiores manteniéndolas en la
ignorancia sobre su propia condición de desigualdad. El objetivo era, y sigue
siendo, llevar a cabo una guerra contra el pueblo mismo.
Una guerra llamada
tranquila porque sus armas son consideradas silenciosas al no poder las
percibir. Siendo nosotros, el pueblo, su objetivo militar, es imperativo
desenmascararlas y ayudar a todas las personas
a que puedan acceder al conocimiento de estas peligrosas armas.
El objetivo de la guerra librada es dominar a la sociedad por mecanismos invisibles a los ojos del público
ordinario. En el documento se expone que se requiere para esto un sistema ultra-rápido de
tratamiento de la información, que logre predecir los movimientos de la población, del mismo
modo que se puede predecir la trayectoria de un misil.
Con el fin, entonces, de otorgar la conducción del mundo a manos de los considerados más aptos y mejor posicionados
en la escala social, se desarrollaron
unas armas tan sutiles y sofisticadas en su principio de funcionamiento
y apariencia pública, que obtuvieron el
apelativo de "armas silenciosas".
Estas armas son propulsadas por el tratamiento de datos
y disparan situaciones a partir de una
computadora manipulada por un programador. Así, los gobiernos utilizan este
tipo de armas para lograr su mayor victoria,
que es el consentimiento del pueblo para manejar sus asuntos.
El documento citado estudiaba la económica a partir de la
teoría energética como un proyectil
lanzado hacia un objetivo, en este caso el pueblo mismo.
Partiendo de la idea que la ciencia es un medio para cumplir
un objetivo, el de controlar algo, se comparaba al sistema económico con un
sistema electrónico. El ciclo económico
comprendido por la inversión,
producción, distribución y el consumo era comparable, según este modelo, con un circuito electrónico. De este modo, obedecería a las mismas leyes
de electricidad.
El objetivo principal planteado desde el documento, y
llevado a cabo por las elites del poder global, estaría orientado a controlar
la población para que permanezca ciega a sus limitaciones, y principalmente, a
lograr su consentimiento para conservar el poder y la estabilidad en
las clases superiores.
Según este modelo
existen tres conceptos elementales: la energía potencial o capacitancia que en economía estaría representada por
el capital o valores duraderos, la disipación de la energía o conductibilidad con su símil económico las mercancías o bienes, y la energía cinética
que refiere al movimiento materializado por el flujo de dinero.
Traducido a la
realidad, podemos ejemplificarlo de la
siguiente manera: Si teniendo una corriente eléctrica, llamémosla dinero, y un
campo magnético, la población, disminuyera el primero, es decir, hay menos dinero porque la
demanda y población es mayor, ésta
desaparecería con el objetivo de
permitir al valor económico seguir circulando (un caso extremo sería la
guerra). El documento postula la guerra como la
principal solución al problema de la escasés, de la economía global.
Es decir, ante el
aumento de la población y la disminución de los recursos para abastecerla lo que se hace es reducirla, destruyéndola
mediante guerra, genocidios o esclavitud, permitiendo seguir circulando al dinero.
La salida elegida por la elite dirigente para controlar la
economía es la esclavitud o el genocidio, proceso que es llevado
a cabo mediante una guerra tranquila con armas silenciosas.
La pregunta que debemos hacernos es cómo logran el cometido de mantener ignorante
al pueblo respecto su situación de sometimiento.
Tal manipulación se logra mediante el conocimiento extraído de la entrada de datos tales como impuestos, ayudas sociales, planes, huellas personales de consumo, créditos,
correo postal, registros de denuncias, infracciones de tránsito y demás fuentes
de información que el ciudadano provee sin oponer resistencia.
Este conocimiento, a su vez, les permite tener un control
total de la sociedad y su economía : controlar el capital, la inflación, la
posesión de la propiedad, la fabricación, las bases de datos personales, la
publicidad, elaboración de formularios de impuestos detallados, controlar la
información, controlar las posibilidades de riqueza, etc.
Con armas silenciosas se libra así una guerra tranquila que
ataca por varios frentes. En primer lugar, al tener el consentimiento para que la
población trabaje y pague impuestos se la mantiene ocupada y distraída. En
segundo lugar, se imparte una educación
de baja calidad para limitar la capacidad de pensar y descubrir
qué es lo que realmente necesita. Se conserva un determinado orden social, que favorece la paz y tranquilidad de la clase
dirigente.
Y en tercer lugar, el uso de los medios de comunicación es
fundamental para distraer y desviar la
atención de los problemas importantes,
desplazándola hacia falsas
necesidades fabricadas por los gobiernos.
Es la diversión propiciada por las elites la estrategia
principal para estos fines, comprometiendo las emociones en lugar de la
racionalidad para abordar la realidad, y reescribiendo la historia y la ley de
acuerdo a sus propios intereses de conservación de un estado de las cosas que
favorezca a unos pocos.
El resultado de esta guerra, y respondiendo a la pregunta
inicial sobre qué haríamos al descubrir que consentimos nuestra propia
esclavitud, se deduce del documento que
las personas delegan sus responsabilidades personales a otros ahí donde el
éxito es inseguro o implica obligaciones que no están lisos a aceptar. Ellos
quieren la autoridad pero no aceptan ninguna responsabilidad u obligación. En
consecuencia, encargan a los políticos para afrontar la realidad en su nombre.
Así, lo que están delegando a los políticos, en realidad, es
el poder de crear y de dirigir una maquina de guerra, la supervivencia de la nación que los
resguarda, destruir a los enemigos que amenazan, destruir a los ciudadanos del
propio país que no se conforman al respeto a la estabilidad del orden de las
cosas.
Somos nosotros, el pueblo, quien entrega con absoluto consentimiento en sus manos
nuestro destino, pagando con nuestra libertad, incluso con nuestra propia vida.