jueves, 4 de septiembre de 2014

Comentando libros...

Título: MÁTATE, AMOR
Autora: Ariana Harwicz

En la primera página del libro “Mátate, amor” de la joven escritora argentina,  Ariana Harwicz, nos encontramos con un cuchillo, un tiro y un suicidio.
“Somos parte de esas parejas que mecanizan la palabra amor hasta  cuando se detestan; amor, no quiero volver a verte”, dice la narradora/protagonista. Una mujer alienada por la vida familiar que lleva en el campo, junto a su marido y su pequeño hijo.  Vida que se transforma en una bomba de tiempo a punto de explotar en cualquier momento del relato. Su insatisfacción por la rutina de ser madre, esposa y ama de casa la llevan a un existencialismo extremo que cuestiona las bases de la vida  familiar convencional: “Todo lo que se pudre forma una familia”.
Un libro para leer exaltados, que nos quita la respiración al intentar seguir el ritmo del personaje que nos habla. Una voz exasperada, genuina y feroz, que sólo va a encontrar eco de auxilio y sosiego en el bosque que rodea la casa, y más precisamente en la mirada de un ciervo. “El ciervo es un hombre, el hombre que sabe  mirar mi tristeza infinita”. Lo bestial al rescate de lo humano, sentencia Alicia Dujovne Ortiz en la contratapa.  La narradora nos deja sin aliento.
Se destaca el interés de la autora puesto en lo instintivo y biológico del ser humano, y al mismo tiempo, en los grandes temas que han acaparado la atención de los filósofos durante la historia de la humanidad: el amor, la locura y la muerte.
El relato es un diálogo de la narradora consigo misma, con su alma, donde la intervención del lector está autorizada  por  la protagonista,  quien nos pide, implícitamente, un manto de piedad. Quiere que nos volvamos indulgentes con sus más salvajes instintos. Y lo logra.
 A lo largo de la lectura vamos descubriendo en un acto de reflejo inconsciente (“No hay imagen sin el otro, dice Harwicz”) el alto grado de condescendencia que opera en nuestras vidas como mecanismo de conciliación  social, y la falta de sinceridad con nuestros verdaderos sentimientos y deseos. En esta historia no hay represión, el instinto del Tánatos Freudiano prima sobre el Eros, y conduce a nuestra protagonista al borde del abismo en todo momento.  Sin nombres, pero con un trabajo muy agudo sobre la  psicología de los personajes, la autora consigue que nos volvamos cómplices de la violencia encerrada en un cuerpo de mujer, que clama para  que la liberen de su humanidad.
La ópera prima de Ariana Harwicz bien puede convertirse en la puerta hacia una literatura neoexistencialista; en tiempos donde cuesta  detenerse a pensar y cuestionar las reglas sociales y de convivencia, ella  nos somete a hacerlo. Un sometimiento que nos libera del exceso de conformismo social.
Interroga la narradora luego de describir las acciones del día de su suegro: “¿Y eso es un día vivido? ¿Eso es un ser humano viviendo un día de su vida?”.
Un  libro que nos dejará muy intranquilos.