El hombre es el puente
a través del cual
me reconcilio con el universo.
Pero tan fugaz se torna desatino,
amor que va y no vuelve.
Entonces miro de reojo al mundo
y rutinaria otra vez la vida
me pone crítica, crítica.
Y ahí, incomprendida, rebelde,
ermitaña
y lejana,
percibo que el ciclo
vuelve a comenzar.
Me fastidia la mismidad del asunto
que como burla al para siempre,
me baja y sube
de la única distracción que me calma,
la del amor inicial,
frágil, liviano, entregado.
Maldito el tiempo
que todo lo aclara.