Anarquía íntima,
cae el sistema de esperanza.
Destino, ¿dónde estás?
Viaja el recuerdo de su rostro hasta
perderse.
Y yo no lo pude amar.
Por un momento una se hace dueña de la
incertidumbre,
porque de algo precisa adueñarse
ante tanta fuga,
amarrando la certeza del puro
existir.
De pronto quiebra el tiempo, el
espacio y mi alma.
Ésta, ahora, ¿dónde va?
¿Qué refugio le aguarda?
¿A qué viento ha de treparse para no
perecer?
Amalgama de instantes contrapuestos,
fugaces,
inaprensibles, pres fácil solo para la memoria del amante.
Amo el proceso de amar, y así
construyo un puente
donde no hay nada que cruzar.
Sola, fría, enajenada del universo,
veo mi pequeña huella zozobrar.
Otra vez… ¿dónde va?
Al camino que se inventa,
alguien se empeña en borrar.
Y en ese espacio sin espacio para mi
brevedad,
he de amarrarme al tiempo.
En un susurro del viento escucho la
pregunta de cada noche:
Y mi amado, ¿habrá, mañana, de
llegar?
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