viernes, 16 de julio de 2010

La casa de aquel poeta

Mi casa,
Tan amplia para mi soledad
Tan pequeña para mis sueños
Su color amarillo
De apretada realidad
Me calma de día
Me entristece de noche
Silencio que eleva
O mata.
Bastión de la ira
Que encierra mi cuerpo
Cuando nada basta
Castillo de pensamientos
Encuentro y desencuentro
De mi alma conmigo
Conmigo el recuerdo
Recuerdos, nostalgias.
Se encuadra la luna
En mi ventana
Espiando curiosa
Los rincones más lúgubres
De mi casa y de mi alma.
Intento pintarla
Es vano,
Se mueve al compás de las ideas
Y escapa…
Sentada en el piso
Dibujo entonces el vacío,
Y vuelvo a mirarla
Comprendo que sólo
Pretende mis horas más bajas.
Faltan cuadros pienso
Mientras se detiene en mi ventana
Y el ropero que aún no tengo
Deja un espacio tremendo
Donde cae la ropa
De quien desnuda su cuerpo y alma.
Un colchón blando y delgado
Hospeda mis partes
Cubiertas de brisa, de noche, de calma.
Un sillón negro me extraña…
Y la mesa de luz más vieja que nunca,
Aún me acompaña,
Mientras un espejo roto
Agranda el espacio de mi cuarto
Y me invita a mirarme, tan dentro…tan dentro,
Que cae una lágrima.
Duele el silencio, la calma,
La brisa, la ausencia del todo,
Es esto la vida…
Una simple y fugaz morada.

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